La medicina conductual enseña al paciente a visualizarse de forma más integrada, a entender mejor sus enfermedades, eliminar mitos respecto a las mismas. Algunos psicólogos la critican por lo directivo de su aplicación, sin embargo es un proceso de aprendizaje que no se puede llevar de otra forma, no se queda en lo directivo sino que es sumamente vivencial, por esto la necesidad de autorregistros y responsabilidad en el proceso por parte del paciente.
Es una forma eficaz de manejar miedos, mitos, ansiedades y conductas autodestructivas que están determinadas tanto a nivel social como del mismo sujeto. En este sentido nos señala Pérez Álvarez (1991):
...es decir, aunque la conducta es de los sujetos, esta en función de las situaciones circundantes. Es más, precisamente el sujeto de la conducta está “sujeto” a (y es función de) un ambiente. (Pág. 69)
El modelo toma en cuenta el medio social en el que se desarrolla el individuo y hace uso del mismo. Por ejemplo, en algunos casos se integra a la familia o personas significantes para el consultante que permiten reforzar el proceso.
Las técnicas y procedimientos que se presentan desde la medicina conductual tienen la facilidad de adaptarse a procesos terapéuticos individuales como grupales y pueden ser variadas según las características de los consultantes como de la enfermedad en sí, también pueden ser utilizadas en individuos que no padezcan enfermedades fisiológicas, es decir en un tratamiento meramente psicológico. Tal como lo reafirma Godoy (1991): “...se distingue por el desarrollo y puesta en práctica de modelos integradores biopsicosociales para la resolución de problemas prácticos en el amplio campo de la salud y la enfermedad” (Pág. 872).
Se pueden integrar diversas técnicas que trabajen distintas áreas problemáticas que pueden permitirle al paciente utilizarlas en otros aspectos de su vida no relacionados directamente con su enfermedad (manejo del estrés, resolución de conflictos, relajación). Así que, el proceso debe ser estructurado, con metas y objetivos claros, esto ayuda al psicólogo a encontrar aquellas técnicas idóneas para el consultante y a ubicarlas a lo largo del proceso en un orden que le permita al sujeto ir cambiando de forma paulatina. Si el paciente se siente violentado en sus actividades cotidianas, esto lo puede llevar a una implosión de la conducta, aversión al tratamiento o el abandono del mismo.
El uso de las técnicas y los procedimientos planteados por la medicina conductual, deben ser empleados por expertos en esta práctica ya que no todas las técnicas son favorables para todos los trastornos ni para todas las personas que padecen un mismo trastorno. Las técnicas entrecruzadas y no sincronizadas, sin objetivos claros, pueden conducir a un tratamiento inadecuado, con resultados insatisfactorios y en el peor de los casos a un reforzamiento de las conductas disfuncionales. Por otra parte nos podemos encontrar con pacientes que han reforzado a lo largo de mucho tiempo su repertorio conductual por lo que la modificación de sus cogniciones y conductas llevará más tiempo del usual y en algunos casos pueden obstaculizar el proceso.
Consideramos finalmente, que las técnicas y procedimientos de modificación cognitivo conductual tienen ventajas comparativas en cuanto a la eficacia del tratamiento y el tiempo de duración del mismo respecto al abordaje de otros modelos psicológicos. La medicina conductual ofrece una opción novedosa del abordaje de la salud y enfermedad, además de la concepción de ser humano integral al cual se enfoca
Si bien el enfoque cognitivo conductual tiene muchos beneficios, es importante que cada persona busque aquel con el que se sienta más cómodo. Recuerde, en Crearte podemos ayudarle, contáctenos por medio de psicocrearte.cr@gmail.com o al (506) 2283-6798.
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